lunes, 8 de junio de 2009

Lluvias de vida y muerte


8 de junio de 2009.- Y cayó la esperada lluvia... aunque no sé si caer es el término adecuado porque nos hace pensar en la dirección horizontal y de arriba hacia abajo. Aquí la lluvia cae desde arriba, desde los lados e incluso de abajo para arriba. Tampoco se anuncia con nubarrones precedentes, simplemente se abre el cielo y caen relámpagos y agua por todos lados. Después de unos minutos, desaparece como si nada hubiera pasado y de nuevo estamos bajo un sol radiante y espeso.

Es pleno invierno en Republica Centroafricana y, aunque a mí me parece un verano medio mojado, el ambiente es invernal. La gente se levanta algo más perezosa a trabajar y mis niñitos amanecieron con gorritos de lana, chalecos y hasta zapatitos tejidos. Todo un espectáculo.

El río Ouham, que bordea Batangafo.

El río Ouham, que bordea Batangafo.

Batangafo se convirtió en un lugar precioso y, donde hasta ayer no había nada, los árboles se han cubierto de flores rojas brillantes y las hojas de los mangos relucen como recién barnizadas. Una maravilla, esta lluvia. Lo mejor es el aire. Olor a tierra mojada y pasto, y todo tan limpio que, si se mira a la distancia, se pierde un poco el sentido de perspectiva porque todos los planos parecen agolparse en el primero y se te vienen encima cerros, árboles, nubes y flores.

A los hipopótamos ya no se les ven más que las orejas. Quedaron tapados de agua chapoteando felices. Y los chanchos y cabras, que, por aquí se pasean como los perros en otras ciudades, andan revolcándose en el barro. A veces hay que parar el auto en el camino para esperar a que termine de atravesarlo toda una familia porcina. Gran parte de lo que era polvo rojo se cubrió de un pasto verde brillante y aparecieron de no sé dónde unas vacas famélicas a comérselo. Esta lluvia prolífica hace brotar todo tipo de formas de vida, lo que a primera vista parece un milagro.

El problema para estas pobres gentes es que nunca tienen un respiro. Pasado el hambre de la sequía, se les vino encima la malaria. Y es que en el agua estancada se reproducen los mosquitos que transmiten esta enfermedad. El ciclo es así: todo seco, polvoriento y hambriento, la lluvia fecunda llena el pueblo de esperanza y charcos de agua, una mosquita descuidada deja caer sus huevos en el charco, y a los dos días el hospital se llena de niños.

Los pobrecitos llegan hechos unos trapitos deshidratados, anémicos y convulsionando. Los más chicos son los más afectados, pero también los que más rápido se recuperan. Los más grandes se toman más tiempo y quedan debiluchos y sin hambre por algunos días. Pareciera que ya están cansados de tener que recuperarse de sucesivos episodios de lo mismo. Algunos llegan en tan malas condiciones que no es mucho lo que se puede hacer, pero lo más triste son los que se salvan con secuelas neurológicas. Y es que el medio no es muy favorable para una persona con algún grado de discapacidad.

No hay sitio para los débiles

Esta es tierra de personas fuertes. Y dentro de todo este cuadro de contrastes se ven historias de fortaleza difíciles de imaginar. Ya les contaré algunas más adelante. Por ahora lo que nos ocupa es la malaria. Muchos de mis pequeñitos pacientes necesitan transfusiones de sangre. Esta es una medida de salvación. Además, necesitan tratamiento específico. En las últimas semanas hemos estado haciendo un promedio de cinco transfusiones por día. Da miedo pensar que si no estuviéramos aquí, serían cinco niños menos en el pueblo... sólo en Batangafo, que es un pueblo dentro de un gran país... esto por día, y por al menos 6 a 8 semanas que dura la lluvia... Pueden hacer el cálculo ustedes mismos. Yo prefiero no hacerlo, pero creo que, sin atención oportuna, esta no es una enfermedad: es una verdadera catástrofe.

Madres con sus pequeños esperando la consulta pediátrica en el hospital de MSF en Batangafo. (Fotos: C. Furio/MSF)

Madres con sus pequeños esperando la consulta pediátrica en el hospital de MSF en Batangafo. (Fotos: C. Furio/MSF)

En este contexto cuesta entender que toda la comunidad científica no se conmueva y no se movilice a gran escala para encontrar una solución definitiva ¿En qué estamos pensando desde nuestras respectivas esquinas del mundo?... En la casa en la que vivimos el equipo de MSF hay algunas revistas que se han ido acumulando con los años, y hoy mismo me encontré, en una de estas grandes revistas de moda, con una noticia de menos de un cuarto de página titulada 'Malaria: ¿erradicada definitivamente?', y tres líneas que hablaban de algún personaje famoso que había hecho una donación. Me pareció que el título era una broma de mal gusto.

Lo que cuesta aún más entender que este país no decida que es el momento de juntarse y echarse una mano unos a otros. Y es que militares y rebeldes de varios grupos siguen enredados en unas disputas eternas. Periódicamente, se alcanzan históricos acuerdos entre unos y otros y, periódicamente, unos y otros rompen la palabra empeñada y se trenzan en nuevos conflictos. En momentos de 'paz' se producen diversos pequeños incidentes entre pobladores y trashumantes.

Es así como RCA nunca descansa. Mientras tanto, los más afectados son los pobladores sin acceso a la salud. Hace algún tiempo leí un artículo sobre el impacto de los conflictos armados sobre la incidencia de las llamadas 'enfermedades olvidadas'. Las cifras eran impresionantes, pero viéndolo desde acá resulta menos sorprendente. Es evidente que en momentos de guerra todo el presupuesto y energía de los Estados se aboca a temas de seguridad y el desarrollo de programas de salud sostenibles pasa a octavo plano.

Bueno, todo esto parece bastante triste, pero en medio de este cuadro hay gente llena de esperanza, ganas de trabajar, de progresar, salir adelante y ayudar a sus pares. Creo que la gran recompensa de trabajar acá es tener acceso a compartir el día a día con estas personas y ser testigo de cómo a veces pequeños esfuerzos rinden grandes frutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario